Sólo las mujeres podrían romper el círculo infernal de la doma y la explotación. No lo harían nunca, porque no tienen ningún motivo racional para hacerlo. Y no se puede confiar en sus sentimientos, pues las mujeres son frías emocionalmente y no sienten compasión. Y así el mundo se irá hundiendo progresivamente en esa cursilería, en esa barbarie, en ese cretinismo de la feminidad, y los hombres, soñadores admirables, no se despertarán nunca de sus sueños.
El varón domado;
Esther Vilar.
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